En los últimos años, Brasil se enfrenta a tiempos turbulentos: además de ser uno de los países más afectados por la pandemia mundial de COVID-19, nos enfrentamos a una grave crisis política y económica que afecta, sobre todo, a la población negra e indígena, que vive en nuestras favelas, periferias, aldeas, quilombos, asentamientos y regiones ribereñas.

 

Para nosotros, la periferia es el todo, el lugar donde las poblaciones históricamente marginadas resisten y producen soluciones con poco, impactando en el futuro de un país que pertenece a las personas negras, indígenas, mujeres y LGBTQIA+.

 

Fuimos nosotros, los colectivos, organizaciones y movimientos periféricos de Brasil, quienes lideramos la primera línea para garantizar que nuestra gente tuviera las condiciones mínimas para sobrevivir. En los últimos dos años, nos hemos organizado para llevar alimentos, información y protección a nuestras familias y comunidades, haciendo un trabajo que los gobiernos han fracasado u omitido.

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En este momento, fue crucial contar con la alianza de la inversión social privada y la filantropía brasileña, que se unieron y mostraron su capacidad de colaborar con las favelas y periferias de Brasil. Según el Censo GIFE, en 2020 se movilizaron en el país cerca de 5.300 millones de reales para la sociedad civil, un resultado sin precedentes para el sector - y ciertamente una inversión sin precedentes en los colectivos, organizaciones y movimientos que realizan el trabajo sobre el terreno. Pero a medida que los impactos más graves de la pandemia se disipan, los inversores sociales privados están señalando un retorno a los antiguos patrones de donación.

 

En 2021, una encuesta preliminar realizada por PIPA mostró que el 90% de las organizaciones de colectivos, movimientos y organizaciones de base de favelas y periferias tienen barreras para acceder a la financiación y ⅓ de ellas generan menos de 5.000 reales al año. En la misma encuesta, el 54% de las iniciativas encuestadas afirman que trabajan con fondos propios de su equipo. De ellas, el 40% afirma que el principal reto de la institución es remunerar al equipo, a las personas que transforman la realidad con sus propias manos. Se trata de un retrato que pone de manifiesto la precariedad y el sentido de urgencia que impregna el trabajo de los colectivos, movimientos y organizaciones periféricas, los mismos que contribuyen a las pequeñas revoluciones que tienen lugar cada día en sus comunidades y territorios.

Creemos que para alcanzar la equidad racial y de género en nuestra sociedad es necesario compartir recursos y poder con quienes producen impacto a diario en los territorios más desiguales del país. Juntos, inversores y colectivos de impacto social, movimientos y organizaciones de las favelas y periferias pueden cambiar la historia de Brasil. 

 

 

Escribimos esta carta abierta desde nuestra propia experiencia, como una invitación a los colegas de las fundaciones privadas y familiares, a las empresas que impulsan el impacto social y a la comunidad de donantes individuales, a repensar sus políticas internas de construcción, priorizando la contratación de perfiles negros, periféricos, LGBTQIA+ y mujeres para gestionar sus carteras y estar en puestos directivos y consejos de administración, para tomar la decisión sobre quién y cuánto se puede invertir en un cambio efectivo. Así como promover un modelo de donación y transferencia de recursos que priorice la promoción de iniciativas negras, periféricas y de género. 

Si fuimos nosotros los que garantizamos que las favelas y periferias pudieran comer y protegerse durante la pandemia, imaginen la transformación política, económica y social que podremos construir si recibimos recursos sostenibles, flexibles y a largo plazo, más allá del momento pandémico. Los inversores sociales privados y sus numerosas organizaciones y empresas deben ver por fin a las favelas y periferias, a las poblaciones negras, indígenas y quilombolas, a la población rural y urbana, a las mujeres y a las personas LGBTQIA+, no sólo como beneficiarios, sino como protagonistas del cambio.

Creemos que es hora de que la inversión social privada y las organizaciones filantrópicas revisen sus metodologías y ámbitos de actuación, reduciendo la burocracia en los métodos de financiación, profundizando las relaciones de confianza con los colectivos, organizaciones y movimientos de favelas y periferias, y garantizando que los recursos lleguen a las bases. Si queremos tener una filantropía en Brasil que tenga sentido y promueva impactos concretos, necesitamos poner a las favelas, especialmente a la población negra, a las mujeres y a los colectivos LGBTQIA+ y periféricos en el centro de las estrategias de transformación.

Somos las periferias que nos crearon. Estábamos al margen de las ciudades, de los derechos y de los recursos. Somos territorio, comunidad y cultura, hechos con lo que nuestra gente tuvo en sus manos. Somos la suma de las diversidades que nos atraviesan. Somos mujeres, negros y pobres, construyendo realidades poderosas pero aún extremadamente desiguales. 

 

Lo que hemos creado no es poca cosa. No hemos esperado a que se dieran las condiciones perfectas para empezar a actuar. Pero queremos y podemos hacer más. Sabemos lo que se puede hacer cuando llega el dinero y lo hacemos juntos cuando llega. Por eso queremos fomentar y democratizar la distribución de recursos, conectando la filantropía con las favelas y las periferias de Brasil. 

 

Somos realización colectiva. Volamos y te llamamos a la acción: los recursos tienen que llegar allí donde sucede la realidad.

We invite you to raise this PIPA with us, seeking to join forces to democratize the country's future by fostering our next generations.

 

 

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